En Suecia somos famosos por hacer cola: hacemos cola para subir al autobús y en la caja del supermercado. Nos gusta esperar pacientemente en una fila. ¿Puede aplicarse esto también a algunos de los grandes retos existenciales a los que nos enfrentamos? Cuando se trata de luchar contra el cambio climático, ¿los demás problemas de sostenibilidad tienen que ponerse a la cola y esperar su turno?
El día de la publicación de este blog, en sólo 6 años y 56 días tenemos que alcanzar las emisiones netas cero si queremos lograr el objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados. A esto hay que añadir las concentraciones récord deCO2 en la atmósfera, el aumento del nivel del mar en 26 centímetros desde 1880 y la desaparición del 30% de los casquetes polares desde 1970. Como hay pruebas abrumadoras de que debemos actuar con rapidez, cada vez hay más apoyo tanto de las empresas como de los gobiernos para disminuir el impacto climático negativo que tenemos como sociedades, empresas e individuos.
En la actualidad, 70 países se han comprometido a reducir sus emisiones a cero para 2050, lo que representa el 76% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Más de 3.000 empresas también se están comprometiendo con la iniciativa Objetivos Basados en la Ciencia para fijar objetivos climáticos ambiciosos en consonancia con la ciencia climática más reciente, entre ellas Tele2, que se ha comprometido a alcanzar las emisiones netas cero para 2035. Al mismo tiempo, corremos el riesgo de crear nuevos problemas de sostenibilidad en nuestros intentos de reducir nuestro impacto negativo sobre el clima. Podría tratarse tanto de un impacto medioambiental negativo, por ejemplo un mayor uso de diversos recursos, como las materias primas o la energía, como de un impacto social negativo, por ejemplo sobre las condiciones laborales en algún punto de nuestras cadenas de valor mundiales, como la salud y seguridad laboral de los trabajadores o el uso de mano de obra infantil.