Según la Asociación Internacional del Agua, cada año se pierden más de 400.000 millones de litros de agua potable por fugas, debido en gran parte al envejecimiento y deterioro de las infraestructuras. Además, mientras que una rotura de la red de suministro de agua en un día supone la pérdida de unos 75.000 litros de agua, una rotura de una conexión de servicio no notificada puede suponer la pérdida de más de 4,5 millones de litros de agua durante los seis meses que, de media, tarda en descubrirse. Desde los embalses a las tuberías, pasando por las cañerías interiores, las fugas pueden surgir en cualquier punto del recorrido del agua, costando tiempo, dinero y recursos. La ONU calcula que 2.300 millones de personas viven ya en países con escasez de agua y que, a escala mundial, el consumo de agua crece a un ritmo dos veces superior al de la población.
No son buenas noticias para los municipios y otras partes interesadas, que se enfrentan al doble problema del aumento de la población urbana y la consiguiente escasez de agua. Entonces, ¿qué se puede hacer para afrontar los retos que plantea este recurso cada vez más escaso? Aquí es donde IoT puede marcar la diferencia.
El uso del IoT para gestionar mejor los sistemas hídricos ofrece numerosas ventajas. Estos son solo seis de los más importantes:
- Mayor transparencia
- Menos incidentes
- Control mejorado
- Toma de decisiones basada en datos
- Control de costes
- Mejora de la sostenibilidad
Por supuesto, las empresas de servicios públicos ya utilizan ampliamente el IoT para soluciones de medición digital, pero la tecnología IoT de detección de fugas de agua puede desempeñar un papel inestimable para los propietarios y operadores de instalaciones en el desarrollo de un plan integral para mitigar las fugas. Los avances en tecnologías IoT como LPWA (baja potencia, área amplia ) permiten la gestión y el mantenimiento eficientes de infraestructuras de suministro de agua envejecidas a través de la monitorización remota.